El Abrazo del Padre, confianza y amor. – Compartir 3
"El abrazo del Padre" |
En un hermoso relato del libro “Manantiales
en el Desierto”
de la Señora Cowman leemos lo importante de sentir el apretón de esa mano guía, nos pasea y nos lleva a la confianza absoluta en el Padre. Ella nos relata lo siguiente: “Unos naturalistas que buscaban flores raras en los Alpes vieron una especialmente interesante dentro de una quebrada muy escarpada. Estaba sobre una saliente rocosa de muy difícil acceso. La única forma de alcanzarla era por medio de una cuerda. Vieron un pastorcillo en las montañas. Lo llamaron, le mostraron algunas relucientes monedas y le dijeron que si se dejaba atar y bajaba a buscar la flor, le darían todas esas monedas.
de la Señora Cowman leemos lo importante de sentir el apretón de esa mano guía, nos pasea y nos lleva a la confianza absoluta en el Padre. Ella nos relata lo siguiente: “Unos naturalistas que buscaban flores raras en los Alpes vieron una especialmente interesante dentro de una quebrada muy escarpada. Estaba sobre una saliente rocosa de muy difícil acceso. La única forma de alcanzarla era por medio de una cuerda. Vieron un pastorcillo en las montañas. Lo llamaron, le mostraron algunas relucientes monedas y le dijeron que si se dejaba atar y bajaba a buscar la flor, le darían todas esas monedas.
Él
miro las monedas. ¡Ah! ¡Cuánto las deseaba! Luego miró el precipicio, y luego
el rostro de los extranjeros. Entones movió negativamente la cabeza. Tenía una
verdadera lucha. Necesitaba desesperadamente el dinero, pero el peligro era
grande y los hombres desconocidos. Una y otra vez estudió todo el cuadro: el precipicio,
las monedas, y los ojos casi se le salían al pensar que esas monedas podrían
ser suyas; luego miraba a los extranjeros, para volver a agitar negativamente
su cabeza. De repente, algo se le ocurrió. Corrió por un sendero de la montaña
hasta una cabaña. Pronto volvió a salir seguido por un hombre alto, fuerte y de
aspecto bondadoso. Sin duda era su padre…. Lo traía tomado de la mano y estaba
tan ansioso de llegar hasta donde estaban los extranjeros, que casi lo
arrastraba. Finalmente, casi al borde del abismo, el muchacho corrió hasta el
lugar donde se hallaban los extranjeros y dijo: ahora pueden ponerme la cuerda,
bajaré al precipicio, si dejan que mi
papa sostenga la cuerda”. Esto nos dice que la oración es
la cuerda que Dios sostiene con sus benditas manos, es cuando debemos decir; no
nos sueltes Padre, porque mi deseo de
saber es tan grande, mi deseo de estar en este espacio es tan grande, dame
mi universo padre, somos vida,
dame vida, y esa vida que nos da es el diseño más perfecto jamás elaborado,
no hay imperfección.
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