sábado, 7 de noviembre de 2015

- EL PADRE PÍO - COMPARTIR No. 4

Los estigmas del Padre Pío - Compartir No. 4

"Padre Pío"
     Los estigmas del Padre Pío - Compartir No. 4

                   Los estigmas son señales o marcas en el cuerpo de personas devotas de la religión cristiana, la iglesia con gran recelo maneja este tema, y en los casos en los que se ha pronunciado lo ha hecho de manera muy rigurosa. Durante la pasión Cristo sufrió severas heridas en las manos, pies, costado y la cabeza, un sufrimiento del hijo del Padre por la redención de nuestros pecados, llagas de un sacrificio y sufrimiento por nosotros, un dolor que debe llevarnos y comprometeremos más al amor que Cristo representa, que no es otro que amor total.  El sacrificio de Cristo el mayor, sacrificio que comienza en la cruz y que termina en la gloria.  Se dice que los estigmas son una gracia de Dios a pocos santos.  La iglesia acepta estos fenómenos corporales, también se dice que en ningún caso lo propone para ser creído como dogma de la fe...

         Francesco Forgione, (San Pío de Pietrelcina)  nació el 25 de mayo de 1887, en la ciudad de Pietrelcina, región de Campania, Italia. El P. Pío exhibía los estigmas en las manos y cuerpo, nacido en el seno de una familia de clase humilde muy devota.  Aquí parte de su historia. Como extracto del libro “El Padre Pío Rígor y Cercanía, del Padre Manuel Díaz Álvarez”.

        “Cuando decidió ser capuchino lo hizo por dos razones primordiales. Había leído las florecillas del santo de Asís, que parecían haber sido pensadas  y escritas en los campos de Pietrelcina,  y había oído predicar en el pueblo a sus religiosos, con la capucha puesta en invierno, las sandalias simples  en todo momento y su toque de invitación a entrar dentro de uno mismo. Desde niño se imaginaba a Francisco haciendo penitencia  por los pecadores, asido a la cruz de Cristo y sangrando por sus cinco llagas. También él quería ser otro Francisco, que era lo mismo que decir otro Cristo. Orazio (su padre) era, sin duda, el instrumento del cual Dios se había servido para tráelo al mundo. Francisco era el guía que Cristo le señalaba para conseguir un propósito: unir su propia pasión a la de Cristo y así ser útil a la Iglesia”.

         “Se sabe que por aquella época el P. Pío tenía el don de la bilocación. Podía vérsele en dos lugares a la vez. Jamás salió de San Giovanni Rotondo y, sin embargo, muchos amigos e hijos espirituales  han afirmado, sin acaloramiento alguno, con todo el rigor del testimonio, haberlo visto en diferentes lugares de Italia, e incluso en países lejanos. No era una sombra. Era el de carne y hueso. Pero estos “viajes” siempre tenían una misma finalidad: despertar conciencias, aplicar la gracia, sanar heridas, devolver la paz”.

          “El Padre Mariano de Santa Croce ha dejado escrito un episodio que, con el tiempo, se convertiría en un valioso testimonio acerca de las relaciones que siempre existieron entre el P. Pío y Juan Pablo II. Textualmente leemos: “El Papa  Juan pablo II ha estado en San Giovanni. Tenemos testimonios fehacientes en el archivo, e incluso pruebas escritas de aquella profecía. Siendo un simple sacerdote Karol llegó al convento de los capuchinos y pidió confesarse con el P.Pío. Este,  llevándolo a un lugar apartado, le dio la absolución. Y al concluir el acto de reconciliación regresaron a la sacristía. Las personas que  acompañaban a Woytila notaron algo alterado el semblante del joven y esbelto sacerdote. Y Karol, como riéndose del asunto, les dice: “el P.Pío se ha puesto a bromear conmigo. Me ha dicho que seré Papa. Lo que es imposible porque soy un pobre cura y porque los papas son siempre italianos, al menos desde hace cinco siglos. Desde luego, estaba de buen humor y ha querido tomarme el pelo”.

         “El P. Pío solía decir con atisbo de gratitud a Dios: “Soy un misterio para mí mismo. Tantos sucesos se revelarán únicamente en el cielo. Dios puede y quiere hacer grandes cosas desde que los hijos se ponen en sus manos. Quiere utilizarnos a su antojo, que nunca será a costa de nuestra libertad. Pero cuando uno se pone a su disposición tiene que prepararse para ir donde Él quiera llevarle”. 

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