jueves, 11 de febrero de 2016

"SANTA SOR FAUSTINA KOWALSKA" COMPARTIR No.6

“SANTA SOR  FAUSTINA KOWALSKA” 
 COMPARTIR No. 6
        
"SANTA SOR FAUSTINA"
El 25 de agosto de 1905 en el pueblo de Glogowiec, Polonia, en una familia campesina, pobre y católica nace Helena Kowalska, tercera de diez hermanos, llamada apóstol de la Divina Misericordia, conocida como Santa María Faustina Kowalska. María Faustina escribió un diario de más de 600 páginas donde escribía los mensajes recibidos de Jesús. La piedad el amor y la oración eran marcas en ella desde muy pequeña, al igual que su sensibilidad a la pobreza humana.

Se dice que su vocación a la vida religiosa la sentía desde la edad de los siete años, cuenta Sor Faustina que a esa edad ya sentía el llamado de Dios, esa invitación a una vida diferente, a la que muchas veces por falta de acudir a alguien que le explicara esa voz de la gracia no era atendida. A los 16 años se va de la casa de sus padres y se muda a Aleksandrow, donde trabajaba de sirvienta, pero dentro de ella maduraba la idea ingresar a una orden religiosa, idea que sus padres no compartían….. 
Cuanta Helena que en una ocasión acudió con sus hermanos a un baile, en ese momento de diversión ella sufría tormentos interiores en su alma. En el momento en que ella comenzó a bailar, de repente vio a Jesús a su lado. A un Jesús martirizado y despojado de sus vestiduras, logro ver sus heridas, en ese momento dejo de escuchar la música y delante de ella desapareció toda compañía a su lado, quedando solo ella y Jesús, diciéndole estas palabras: ¿hasta cuándo me harás sufrir, hasta cuando me engañaras? Desconcertada abandono aquel lugar y se fue directamente a la catedral de San Estanislao Kostka. Estaba anocheciendo. Dice Helena: me postre delante de la cruz del Santísimo Sacramento, y pedí al Señor que se dignara hacerme conocer que debía hacer. Entonces oí estas palabras: ve inmediatamente a Varsovia. Allí tomaras los hábitos. Tal como pude, le confesé a mi hermana lo que había ocurrido en mi alma, le dije que me despidiera de mis padres, y con un solo vestido, sin más nada, llegue a Varsovia. 
          Después de buscar en muchas órdenes religiosas, no era fácil ya que la congregación exigía como aporte de una dote, tuvo que trabajar para poder ahorrar el importe necesario para poder ingresar al convento. Finalmente el 1 de agoste de 1925, pasó en umbral de la casa de Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia. Escribió en su diario después del ingreso a la congregación. “Me pareció que entre en la vida del paraíso. De mi corazón broto una sola oración, la de acción de gracias”. 
          Tras el primer año de noviciado, le vinieron experiencias místicas sumamente dolorosas: la noche oscura del alma; luego llegaron también sufrimientos espirituales y morales relacionados con la realización de la misión que le fue encomendada por el Señor. Sor Faustina ofreció su vida a Dios por los pecadores, para salvar sus almas y con este propósito experimento diversos sufrimientos. 
          En las revelaciones y las palabras que escucho de Jesús. Según cuenta, entre otras cosas Jesús le pidió que pintase una imagen suya, ante esta propuesta se requirió los servicios del pintor Eugenio Kazimiroski que realizo el retrato siguiendo las instrucciones de Sor Faustina. Esta imagen fue presentada y venerada públicamente en Ostra Brama (Vilma, Lituania) entre el 26 y el 28 de abril de 1935 siendo la primera imagen pintada del Señor de la Misericordia. 
          En los últimos años de su vida aumentaros las dolencias de su cuerpo: desarrollo tuberculosis que ataco los pulmones y el sistema digestivo. A la edad de 33 años falleció el 5 de octubre de 1938. Extenuada físicamente, pero plenamente madura espiritualmente y unida místicamente a Dios. 
         El papa, Juan Pablo II, el 30 de abril del 2000 en el Vaticano, canonizó a Sor Faustina Kowalska, estos son fragmentos de la homilía del Papa Juan Pablo II 
         “Faustina, don de Dios a nuestro tiempo, don de la tierra de Polonia a toda la iglesia, concédenos percibir la profundidad de la misericordia divina, ayúdanos a experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla a nuestros hermanos. Que tu mensaje de luz y esperanza se difunda por todo el mundo, mueva a los pecadores a la conversión, elimine las rivalidades y los odios, y abra a los hombres y las naciones a la práctica de la fraternidad. Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza: “Cristo, Jesús, en ti confió”